Intrigas del castellano

Pasa en nuestro idioma, posiblemente por los distintos orígenes de las palabras o por algunas otras causas, que podrán explicar Alexis Márquez Rodríguez o algunos otros expertos de la lengua castellana, ya que, aunque me gustaría y lo considero de gran importancia, me confieso ignorante en la materia. Sepamos o no la causa de estas curiosidades, recoger algunas en este artículo tiene como objeto descansar un poco de otros temas y distraernos con los enredos de nuestro lenguaje.

Así, mientras grandulón es un hombre de gran tamaño, ratón no es una rata grande, sino un más pequeño roedor. Se le llama mirón a quien está mirando mucho, pero a un perro que ladra sin parar, no se le llama ladrón, ni a un ramo grande de flores se le designa ramón. A quien hace tortas y pasteles se le llama pastelero, otro tanto al panadero por los panes fabricar, pero quien corta los trajes es un sastre y no un trajero. En los oficios también, la herrería es del herrero, la plomería del plomero, pero no se llama pinturero a quien pintar tiene a bien, ni el oficio de torero es igual al del vaquero.

De Pascual viene Pascuala, de Luisa vamos a Luis, de profesor profesora, pero comete un error quien esta regla aplicando, mujero quiere llamar al hombre que está esperando. Los acentos también producen diferencias muy grandes, no sólo en el significado de las palabras sino en el de oraciones y textos completos. Más es muy diferente de mas, pues el primero es mayor cantidad mientras el segundo es pero. Sólo es solamente, mientras solo es único o desierto. Hay una distancia grande entre sábana y sabana, la misma que hay entre cítara y citara, entre el inglés y las ingles, entre el topo y quien topó y quien en presidio estuvo y a su grupo presidió.

A veces es una letra, la que afecta o no el significado de la palabra. Machacar, opuesto y punzada con machucar, apuesto y puntada; delación, adoptar y abrogar con dilación, adaptar y arrogar. La diferencia puede producirse aunque la letra diferente no suene: reusar y rehusar, atajo y hatajo, ondear y hondear, asta y hasta o las pronunciemos igual en Latinoamérica: cazar y casar, rallar y rayar, zumo y sumo, gravar y grabar y votar y botar, para no alejarnos totalmente de la realidad.


Autor: Luis Fuenmayor Toro
Título: Intrigas del Castellano.
Publicado en: últimas Noticias, pp 53, 19-4-2006, Caracas - Venezuela.

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